WA·E (Léase Gua-y)

Reabrimos el blog por fin después de unas vacaciones que han estado cargadas de novedades de las que ya os iremos informando, pero comencemos con una crítica:
Cada vez que veo una película de Pixar Animation Studios me echo a temblar pensando que la próxima que hagan tiene que ser mala, porque no se pueden hacer tantas maravillas año tras año, y cuando entré al cine a ver WALL·E ese temor estaba ahí, esperando... y no tardó nada en disiparse.

Y es que sin duda Pixar nos ha regalado la mejor cinta de animación del año y nuevamente una de las mejores de la historia (una lista en la que cada vez tiene más y más presencia la compañía californiana).


En esta ocasión, asumiendo un riesgo que pocas productoras aceptarían, han optado por realizar una película cuya primera mitad es prácticamente muda, en un homenaje a los clásicos de Charles Chaplin o Buster Keaton, y creando un personaje que, aun siendo un robot aparentemente carente de expresividad, consigue con su marcada personalidad curiosa e inocente que el espectador se encariñe con el desde el primer instante, y se convierte en uno de los personajes más entrañables del cine reciente.

La historia, eje central de cualquier producción de Pixar, es en esta ocasión tremendamente simple, pero sin utilizar recursos típicos ni moralina barata, toda la reflexión que la película produce está perfectamente integrada y no canta en ningún momento, resultando la crítica ecologista muchísimo más efectiva que la del torpe guión de El Incidente, y realizando también una crítica sobre el consumismo y la cada vez mayor comodidad de la raza humana. Está claramente diferenciada en dos partes, una primera que sirve para presentar a los personajes, y la segunda, que es la historia en sí, en la que además encontramos diversos homenajes a clásicos de la ciencia ficción como 2001.

A nivel técnico, poco hay que decir de Pixar, ya que cuando parece que no pueden superarse siguen avanzando en la perfección visual y, sobre todo, más allá de los impresionantes gráficos, su punto fuerte vuelven a ser las animaciones de los personajes, que logran insuflar una vida que ya quisieran los zombies del motion-capture. Además en esta ocasión la dirección de fotografía está a cargo de Roger Deakins (habitual de los hermanos Cohen) que aporta más realismo a la cámara, y el diseño de sonido a cargo de Ben Burtt (el "padre" de R2D2) es magnífico, y se ha respetado bastante en las pocas palabras dobladas de WALL·E y EVA.


Quizá le reste puntos el uso de imágenes reales en los videos que aparecen en hologramas, algo chocante al principio, y sobre todo cuando luego aparecen humanos generados por ordenador, aunque es posible que con ello se pretenda relacionar más la historia con nuestro propio mundo, para reforzar el mensaje ecologista de la cinta al sentirnos más identificados.

En definitiva, otra película maravillosa de Pixar con una historia de amor preciosa y mucho más emotiva que muchas de imagen real, llena de situaciones cómicas y absolutamente entretenida, totalmente recomendable. Oh, y el corto previo a la película, Presto, también es muy divertido, aunque el pobre queda olvidado en cuanto comienza la película.

Lo mejor: Prácticamente todo.
Lo peor: Que se la tome como una "película para niños".
El momento: Imposible quedarse con uno.