lunes, 26 de octubre de 2009

Tras los pasos de Caín

"La historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros ni nosotros lo entendemos a él."
Mostrando nuevamente que su lucidez no se esfuma con la edad, José Saramago recupera su particular visión del libro de los libros, que ya visitamos en El evangelio según Jesucristo, aunque en esta ocasión hace un repaso al antiguo testamento, en su última novela, Caín, cuya crítica nos servirá para volver a ampliar los límites de este blog más allá del cine.

Debería comenzar presentando en general al autor para los neófitos, pero es difícil tratar de explicar las virtudes de Saramago a alguien que no le haya leído jamás, y de hecho encontrarse con él por primera vez puede ser una experiencia fascinante o frustrante, quizá en algunos casos un poco de ambas. Es probable que lo que más llame la atención en un primer momento sea su particular estilo narrativo, que prescinde de los párrafos, guiones para diálogo y signos de exclamación o interrogación, pero esta genial simplificación narrativa que, una vez superada la sorpresa, funciona a la perfección es sólo el envoltorio de lo que nos ofrece el autor portugués. El constante juego metaliterario, en el que el autor conversa con el lector, sin dejarnos olvidar que lo que leemos es una novela, no evita que sus historias resulten interesantes, pero sin duda más que las historias en sí, Saramago nos envuelve con geniales reflexiones.

Tras esta larguísima introducción podemos volver al tema central, Caín. En esta novela, plagada de un fino e inteligente sentido del humor, Saramago nos muestra al dios del antiguo testamento a través de un personaje repudiado por matar a su hermano Abel. Y recorriendo los tiempos, desde Adán y Eva hasta el diluvio universal, podemos encontrarnos con un dios lleno de defectos más propios de los humanos, como los celos, la arrogancia o la venganza. Quizá no es su mejor obra, pero el toque de ligereza con el que está narrado lo clasifica inmediatamente como "obra menor", algo que permite disfrutarlo mejor.

Creo que complacerá bastante a los aficionados del portugués, y no es una mala introducción al particular universo del autor. Si no sabéis que hacer en una tarde lluviosa, coged un ejemplar de Caín, sentaos en una butaca y preparáos para pasar un rato agradable, ligero, y al mismo tiempo, reflexivo (si es que tal hazaña os parece posible).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uhm, ahora tengo curiosidad. Me hablaste del libro, pero no me había paraod a leer tu crítica. Sin embargo, si dice que prescinde de guiones, signos de exclamación y demás, espero que sea porque al texto no les haga falta.

Me horrorizaría ver un texto que intenta hacer una pregunta sin esos signos, más que nada porque debe ser un lío.

A ver si me lo prestas, de momento lo añado a mi lista de libros por leer.